lunes, 23 de agosto de 2010

El cuento contado en imágenes

El cuento contado en imágenes.

Así como en los cuentos de Hadas lo que se expresa es un pensamiento primitivo que le habla al hombre desde formas mágicas, operando como una reviviscencia de viejas estructuras de pensamiento que hoy ya no juegan el rol que en su momento, histórica e individualmente tuvieron, igualmente el cuento erótico contemporáneo expresa un tipo de pensamiento que se diferencia del primitivo por lo siguiente: tiene una clara y bien definida finalidad en su mensaje.

Es heredero de una tradición mágica; viene de la ensoñación; hunde sus raíces en la profundidad del mundo onírico; aflora en las ensoñaciones diurnas, y tiene la fuerza de una representación que hace de los datos inmediatos de la conciencia, su forma elemental de ser captados.

El cuento parece ser una idea en formación, por la sencilla razón de que contar algo supone una percepción de cosas que busca unificar un pensamiento y avanza sobre la tensión que genera el no concluido pre pensamiento que se despliega en la narración.

Lo inacabado de la ideación es lo que le da autenticidad al relato; el hecho de que se esté buscando la idea y se la termine encontrando, precisamente, por dónde menos se la espera. La ausencia de la secuencia lógica consistente en poner las premisas para arribar a las conclusiones es lo que pone al escritor en una situación diferente de búsqueda por la unificación del concepto que sostiene el relato.

Es el placer por contar algo quien dicta y sostiene la estructura del cuento: lo que juega un rol hegemónico en prácticamente, todas las etapas de la elaboración: en la construcción del hilo conductor, la textura del texto, la selección y cuidado de frases y palabras, la descripción de los individuos y de la atmósfera moral, la configuración que adopta y la tensión interna que le es propia al mensaje que se despliega.

Esa otra facultad del escritor; ver con el ojo de la mente; recrear la imagen interiorizada; transmitir el dato inmediato de la percepción sensible; dotar de un interés compartible su mensaje; darle "vida" a todas las cosas, y hacerlo desde un modo propio, "a su aire" es lo que singulariza la expresión y transmite una recreación que le permite actuar tal como él es; jugando con las cosas y en forma entretenida.

Lo que distingue el trabajo literario es la ubicación en que se coloca el que relata; el carácter de planteo visual. Mientras otras configuraciones buscan enseñarnos algo, el cuentista y el narrador, no tienen interés en estimular el proceso de aprendizaje comprensivo. Exigen otra disposición mental. No se lee el cuento como quien lee un tema científico, filosófico o político, pero eso no implica que no esté subyacente la estructura general de una idea que se busca.

Los elementos que se van colocando como pensamiento que se busca a sí mismo y que está ligado a lo que se quiere hacer, son los que determinan todo lo demás. La capacidad de combinar es el dato central del texto creativo.

Si se pone en juego como términos a ser tenidos en cuenta, los siguientes elementos: Humo, Murciélago, Ojos, Piano, Joven Soñada, Agua, Caballo Humano, Resplandor, Reflejo, Balcón, Silla, Mujer de Mármol, Sapo, Piedra Filosofal, Cigarrillo, Gatos, Planta, Cocodrilo, Muñeca, Piedra Verde, se está creando un mundo habitado por ciertas criaturas, personas, animales y cosas que ocupan el mismo orden de importancia y tienen la misma jerarquía, por ende se rompe la lógica lineal y hay que concebir un relato con esos componentes armonizados en el marco de una convivencia o contacto fluido entre la realidad y el sueño, por ejemplo. La razón necesaria que permita unificar en un relato breve a esos términos, implica salir de los principios de razón suficiente a los que se está habituado y entrar en otra configuración que los unifique; como puede ser el sueño o la mitología.

Si las palabras claves del cuento son: hermana, marido, cuerpo, hombres, virgen, tíos, playa, prima, novios, bailando, copas, noche, juventud, bragas, apartamento, orejas, cuello, hombros, polvo, desnuda, ruborizada, se está ambientando el escenario a través del cual el erotismo, la pasión y el sexo afloran. Es el orden de prelación que se le adjudica a los términos quien posibilita la naturalidad de lo que se ha de contar.

Entre esos dos extremos hay una variedad muy grande de relatos y descripciones, pero toda esa diversidad paga tributo a las palabras claves que exigen el tratamiento particularizado que cada género les suministra. Es lo que le da credibilidad a lo que se está haciendo, aunque se sepa que no es real; que es un cuento o es novela. Aunque se sea consciente de que aquí se nos habla de un sueño y allí de erotismo, lo que dota de credibilidad la creatividad y vuelve interesante seguir el curso de un planteamiento que busca su pensamiento a lo largo del decurso temático, es precisamente, la coherencia de los términos en juego con aquello a lo que están referidos

En el relato, donde el pensamiento no está gestado y trata de "decir algo" mientras simplemente entretiene, la conciencia visual gobierna los códigos de comunicación. No sin razón se ha dicho que el cine terminó afectando sustancialmente la capacidad que se le exigía al cuentista y al narrador; la facultad de describir y expresar por escrito la imagen percibida o concebida de algo. Lo que, tradicionalmente, eran ejercicios de plana en materia de expresión literaria; describir, seleccionar los términos y lograr transmitir la imagen al código escrito, el cine lo transformó y le dio otro carácter diferente. Algo parecido a lo que ocurrió con la pintura clásica cuando el surgimiento de la fotografía. Basta ver lo que son hoy los efectos especiales en fotografía y a escala cinematográfica para preguntarse, también, en otro momento y ante otra constelación, en qué puede convertirse a la larga el modernismo mismo. Si de lo renacentístico sobrevivió el boceto como base impresionista, de los efectos especiales de un buen Corel Photo‑Paint ¡qué puede sobrevivir!

A un buen cuento novela breve hay que pedirle que tenga valor publicable, pero también hay que exigirle que sea posible de ser filmado y pueda ser llevado a la pantalla, es decir, que acompañe la estructura del guión. Esto significa que los códigos de la escritura tienen que reinventar lo que en el ámbito visual es factible. El escritor, por tanto, se libera de la necesidad descriptiva; sugiere simplemente la escena y en forma, infinitamente, más breve concreta el planteo; una película de dos horas y media puede estar escrita en un semi-guión literario, o guión narrado descriptivamente. Así, 150 páginas de descripción; de relato bocetado y sintético; bien llevado y estructurado de acuerdo a los tiempos internos del cuento son el equivalente a dos horas y media de una película, sin que haya habido adulteración alguna a lo que el escritor hizo. La película, entonces, acompaña fielmente la historia literaria y ésta tiene los tiempos internos de la misma composición visual. Al concentrar el énfasis en la concatenación temporal del relato, una página es el equivalente a un minuto, si se lo quisiera visualizar. Aquella clásica disparidad en dónde el guionista hace una cosa, y el director termina haciendo cualquier otra, se termina cuando el guión es un cuento bien narrado y la narrativa sugiere el tratamiento escénico del tema; quién defiende al guión es el cuento.

Esto significa que un guión es una historia contada en imágenes; trata sobre una persona o personas en determinada circunstancia de vida, bajo las peculiares condicionantes que le son propias y las visualiza haciendo y realizando cosas. El cuentista simplifica el proceso; con dar el boceto sugerente del personaje y su situación, desencadena la dinámica cinematográfica que viene después y sus otros puntos de vista; el de la cámara, el del armado, el del maquillaje, el de la escenografía.

Aquí es el ritmo quien determina la trama, ya que los otros aspectos, como pueden ser el punto de vista de la cámara, los cortes de escenas, el encuadre, cuando no son necesariamente indispensables para la narrativa, sólo sirven para distraer al autor de su tarea específica.

La capacidad de generar sentimientos especiales con el ángulo de mira y el encuadre; de seguir el movimiento de la cabeza y darnos el nivel introyectivo de determinado personaje, como quien se pone en su piel es lo que le da al cine la culminación de ser un arte mayor capaz de haber incluido y en gran parte superado y supeditado a los demás a sus propias prerrogativas. El hecho de haberle dado a la mirada de la cámara valor y alcance fenomenológico es lo que abre todas las posibilidades artísticas: la cámara cuando se posa en un objeto, puede brindarle la misma importancia que a cualquier otra cosa y transmitir una emoción básica; en la angustia, por ejemplo, la mirada está perdida y vaga, la cámara también puede vagar y contextuar en forma supra realista o hiper realista determinado objeto insesencial; sobre dimensinarlo y colocarlo al mismo plano que otros; transmitiendo en un efecto de luz y sombra la sensación general de angustia, por ejemplo, y lo mismo con todas las emociones. En ciertas formas de alegría, el individuo huye al mundo exterior, los objetos se sobredimensionan pero al revés que en el caso anterior, son chirriantes; son estimulantes del movimiento cinético, la cámara puede generar la sensación de un escenario giratorio en dónde todo es importante, y con efectos de luces y de sombras, se entiende apercetivamente, como si se fuera esa persona, lo que en ella es el dato inmediato de su captación de las cosas.

Todo esto que hace a la gran riqueza del séptimo arte es lo que el guionista sugiere y estimula, desencadena y habilita, allí en dónde, ese guión, tiene también valor literario en sí y por ende, no se lo adultera , ni se lo transforma en otra cosa, o cambia a caprichos de "a la gente no le gusta" y en realidad todos sabemos que eso es una proyección personal. Para que eso no ocurra, el guión debe venir de una obra literaria que tiene que tener valor en sí y haber logrado su aceptación y reconocimiento.

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